viernes, 12 de febrero de 2010

Respuesta al mensaje del Señor

Como un rumor que nunca se apaga ni se pierde,
como sedosa brisa que enfría tu mejilla,
como el grato murmullo de la ola en la orilla,
como flor en su tallo que se mece en lo verde,

trino para que siempre tu mente lo recuerde,
fue como el brote tierno de una vieja semilla,
como epístola dulce, amorosa y sencilla,
que hace que lo divino con lo humano concuerde.

Cual canto de sirena que perdura en tu oído,
imborrable mensaje entrañable y sentido,
que penetra en tu alma y te hace prisionero,

desde que me miraste diciéndome quién eras,
mi corazón, Dios mío, prueba de mil maneras
la forma más humilde de decirte te quiero.


De “El otro amanecer”
Editorial Manantial

martes, 2 de febrero de 2010

Dulces recuerdos

Un dedo que recorre
rozando levemente,
tu rostro, tus cabellos,
la curva de tu hombro.

Una caricia leve que conmueve,
que turba y enardece y enamora.

Un beso que se cierne,
que vuela y que se posa
en tus labios desnudos.

Estelares momentos.

Luego el tiempo.