Gracias, Señor, otro año que consumo;
un nuevo comenzar, otra alborada.
De ti, que me creaste de la nada,
con orgullo filial y amor presumo.
Sé que con cada año más asumo
el largo devenir de mi jornada.
Sabes que siempre espero tu llamada;
ya todo en adorarte lo resumo.
Tantas cosas me das, tanto me cuidas,
que ya casi no siento las heridas
que el hecho de vivir lleva consigo.
Ochenta y ocho años, qué ventura;
yo tan bajo esperando tanta altura,
cuando al fin, mi Señor, esté contigo.