lunes, 20 de septiembre de 2010

Otoño

Se tuvo que marchar aquel verano;
se terminó el amor sobre la arena
y el sonreír con aires de verbena;
nunca más fuimos juntos de la mano.

Lloroso añoraré mi amor lejano
que al dolor para siempre me encadena;
aquella fue mi cruz y mi condena.
Le supliqué al destino; todo en vano.

Los hados, los azares, ¿qué me dieron?
Tus labios que besaban, ¿qué supieron
de que me haría sufrir tanta dulzura?

¿Y qué hace aquí, rondando por la vida,
un corazón que sangra por su herida?
¿Convertir cielo azul en noche oscura?




Va dedicado a aquellos que alguna vez hayan pasado un triste otoño...