domingo, 30 de octubre de 2011

Tantos santos

Serán Fernandos, Mónicas, Albertos,
Marías, Federicos y Clementes,
Cármenes y Felipes, muchas gentes
que merecieron cielos muy abiertos.

Son santos sin saberlo, pero ciertos.
Algunos infelices indigentes
darán sus manos a otros más pudientes
y escucharán angélicos conciertos.

Han cesado por fin sus sufrimientos,
ya no se oyen sus llantos, sus lamentos;
por siempre con fervor a Dios aclaman.

En los atrios del cielo habían leído
ese letrero breve y conocido:
“Acceso para todos los que aman”.

lunes, 10 de octubre de 2011

A la Virgen del Pilar

Ayúdanos, María, en esta hora;
viendo cómo está España te rogamos,
quieras interceder por que veamos,
cómo despunta al fin la nueva aurora.

Acude a protegernos sin demora.
¡Ay! Virgen del Pilar, te veneramos
y, como amantes hijos, esperamos
hagas con el Señor de mediadora.

Mil cosas que arreglar; hay tanto hermano
a quien habría que tender la mano
en la impaciencia o en la desventura.

Sólo nos queda el cielo; tanta gente
se muestra ante el dolor indiferente…
Que acabe de una vez la noche oscura.

viernes, 7 de octubre de 2011

Carta a un suspiro

La nacencia, el orto, la luz del destino,
la señal, la huella que marca el encanto,
la espina que hiere, trino contra llanto,
el vagar mundano, el volar divino.

Las oscuras sombras, el brillo lontano,
los pasos sin rumbo sin mirar las cosas,
los tiempos tan largos, las ninfas celosas,
los atardeceres que te dan su mano.

El brillo a lo lejos, lo más esperado,
el buscar constante de los corazones,
los arrobamientos y las emociones,
las dudas sin nombre de lo incontrolado.

Por fin unos ojos de color de cielo,
labios entreabiertos y manos unidas,
bálsamo de dicha para tus heridas,
descanso y sosiego, solaz de tu anhelo.

Las manos de seda, los besos furtivos,
las suaves caricias, los lechos de flores,
los mirlos que cantan y los ruiseñores,
las gratas sonrisas, los ojos cautivos.

Las luces del alba por entre las hojas,
los hondos suspiros, los dulces gemidos,
halagos, arrullos, miradas, latidos,
y el olor profundo de las rosas rojas.




Nacen los susurros, brotan los sonrojos,
hay cantos sonoros de la primavera,
que ríen y dicen que acabó la espera,
mientras los amantes se sienten dichosos.

Dos que se hacen uno, ecos de pasiones,
abrazos constantes, caricias y besos,
felices amantes que se sienten presos,
mientras que Cupido dibuja canciones.

Felices, contentos, henchidos de vida
ya no existe nada que no sea la dicha,
es Naturaleza la que se encapricha
sin saber que pronto se sentirá herida.

Acosan los tiempos a los dos amantes,
sin tregua, sin pausa, pasan los momentos,
auguran los ecos tristes pensamientos,
amenazan sordos los miedos constantes.

Los hados, celosos, contratan azares
que tejen la malla de la desventura,
la luz de la luna que se torna oscura,
el silencio nace, cesan los cantares.

Una sombra nace y extiende su manto,
la luz irisada ya desaparece,
aquél aleluya que se desvanece,
ahora es un gemido, antes era un canto.

¿Por qué los amantes se ven perseguidos?,
¿y por qué huracanes marchitan las flores?;
¿es que está vetado que existan amores?;
¿es inoportuno saberse querido?




Ella fue diana del acabamiento;
no pudo el empeño, ni el rezo, ni el llanto,
herir es la meta; los que quieren tanto,
pagarán la pena por su atrevimiento.

Solo por la vida, triste, desvaído,
lloroso, distante, cansado del mundo;
un desdibujarse, un amor profundo
que vive y añora a la que se ha ido.

Un no querer nada; un nada me importa;
muecas por sonrisas, lágrimas calladas;
los ojos que velan en las madrugadas;
mi vida tan larga, la suya tan corta.

Crueles los hados que anudan cadenas
y quiebran los pulsos de los corazones,
se desembarazan de las ilusiones
y cambian la dicha por una condena.

¿Dónde están las manos que me acariciaban?;
¿dónde tus sonrisas?; ¿que fue de los besos?;
¿podría olvidarme de los embelesos?;
¿quién rompió la historia de dos que se amaban?

Todo ha terminado; todo se ha cumplido;
pudieron los sinos a los corazones.
¿Qué hacer en un mundo sin luces, sin sones,
y sin ver ya nunca a quien se ha perdido?

El tiempo que pasa; el mundo impasible;
nadie que te ofrezca siquiera un consejo;
si paso delante de cualquier espejo,
me miro y me encuentro irreconocible.

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Queridos lectores:

Me han pedido poesía profana de amores
y me complace acceder a esos deseos, con
un poema de amor, de añoranza, de risas
y lágrimas; algunos quizá se sientan
protagonistas de esta historia...

Los hombres aman, sean o no poetas y las
mujeres que se sientan aludidas en estos
poemas, serán felices comprobando las
bellezas que intenta transmitir este
trovar que mediatiza, que traspasa el
alma y el tiempo y que nunca cesará
mientras haya hálito en este mundo.

Son historias que cada uno debe aplicarse,
si se identifica con el poema.


Gracias por leerme.