miércoles, 14 de noviembre de 2012

Busca y encontrarás


Y se nubla la voz mientras imploras;
prevalece el rumor de lo ignorado,
y a pesar de que el mundo se te ha dado,
pides, Señor, más fe y a veces lloras.

Y van acompañándote las horas,
por un camino del azar hollado;
y te tengo que ver crucificado
para encontrar del cielo las auroras.

Siempre cerca de mí, nunca lejano,
acompaña mi andar, dame tu mano,
porque eres para mi alma lo primero.

Deseo ir tras de ti, contar contigo,
con quien es para mí, mi Dios, mi amigo,
lo que más necesito, lo que quiero.



Quiero dedicar este poema a mis
anónimos amigos de Mountain View,
California, EE.UU., que desde hace tanto
tiempo me siguen.