sábado, 23 de abril de 2011

¡Ha resucitado!

Han sido ya olvidados los anhelos;
tres días y Jesús resucitado;
qué gloria la que el Padre nos ha dado;
se han abierto las puertas de los cielos.

Un alto en la ansiedad y en los desvelos;
el hombre siente ya que está salvado.
Al fin, lo prometido, lo esperado,
hace desvanecer los desconsuelos.

El la mente del justo aún perdura
un Cristo que sufrió tanta amargura
y sentimiento y pena y aflicción…

Pero al final triunfó sobre la muerte
y su clara victoria nos convierte
en parte de su propio corazón.

domingo, 17 de abril de 2011

El recibimiento

Un domingo de luz y de alegría;
palmas, ramas de olivo, aclamaciones,
bullicio, bienvenidas, emociones;
te bendicen, Señor, qué algarabía.

Por fin Jerusalén tiene su día
y se han colmado así sus pretensiones;
el Mesías llegó, los corazones
sienten ya de Jesús su cercanía.

Lástima que te ciñan los momentos
en que comenzarán los sufrimientos,
después de que se olviden las sonrisas.

Verás cómo las turbas te encadenan
y envidias y temores te condenan,
por esa luz del cielo que tú irisas.

lunes, 11 de abril de 2011

Amargos días

Cómo dejar al fin mi abatimiento;
decir Señor, Señor, en mi amargura;
creer, rezar, amar y dar ternura
para paliar del mundo el desaliento.

Al pensar en Jesús, cavilo y siento
que está pasando ya su noche oscura;
sé que vendrá de nuevo su ventura,
pero será tras pena y sufrimiento.

Son días de llorar y de tristeza;
sin embargo, me anima la certeza
de que no dejaré de estar al lado,

de quien quiso venir desde su altura
y asumió su pasión cruel y dura,
para ser por amor crucificado.

martes, 5 de abril de 2011

Todo por mí

Lamento que me hiera la amargura,
que me invada la cruel melancolía;
es que en esta cuaresma, día a día,
no se aleja de mí la noche oscura.

¿Cesará esta agonía que perdura?
¿Dará paso el dolor a la alegría?
¿Terminará, Señor, la pena mía?
¿Llegará al fin, gloriosa, la ventura?

Estamos en los tiempos que sufriste,
que predicaste el cielo que nos diste
cuando el hombre, por ti, se sintió amado.

Y sabías del todo qué pasaba;
que el mundo solamente se salvaba
cuando murieras tú crucificado.