sábado, 25 de junio de 2011

Entre nosotros

Cuerpo y sangre, presencia, cercanía;
el Hijo, por amor, que se ha quedado,
para siempre tenerlo a nuestro lado;
existencia real, Eucaristía.

Todo un Señor Jesús que no quería
que el hombre se sintiese desolado,
que indulta con su muerte mi pecado
y vive entre nosotros como guía.

Qué alegría tenerlo, qué sosiego,
decirle cada día que me entrego
a su noble amistad, a su consuelo.

Su casa es el Sagrario, a verlo voy;
me siento tan feliz cuando allí estoy
al poder disfrutar aquí su cielo.

sábado, 18 de junio de 2011

Santísima Trinidad

El Padre celestial que es adorado,
el Todopoderoso bendecido;
ser creado por él y haber sabido
que olvidará por siempre mi pecado.

El Hijo predilecto, el Enviado,
que ha de sufrir por ello, que ha venido
a entregarse de un modo consentido
para morir por mí crucificado.

Borró su muerte, ascendió a la gloria
y coronó triunfante su victoria
anunciando el Espíritu Divino.

Qué júbilo gozoso, qué alegría,
qué cántico interior y qué armonía
sentir dentro a ese Dios que es Uno y Trino.

sábado, 11 de junio de 2011

Los discípulos

Mirad cómo resuena, qué ruido;
bajo sus pies el suelo que temblaba
y un resplandor de luces que llegaba.
¿Es algo de los cielos que ha venido?

Como en tiempos se había prometido,
una lengua de fuego les bajaba.
Cada cual, al notarlo, así pensaba:
Lo que el mundo esperaba se ha cumplido.

Del Espíritu Santo se llenaron
y en lenguas diferentes se expresaron;
todo el pueblo entendió lo que han hablado.

Mucha gente de todas las naciones
oyeron entre rezos y canciones:
¡Ha sido ya Jesús glorificado!

lunes, 6 de junio de 2011

El hombre a Cristo en su Ascención

Señor, era verdad, me prometiste,
cuando a los cuatro vientos predicabas,
que después de morir resucitabas,
que te irías al cielo, y ascendiste.

Y de tanta esperanza que me diste,
fue alentador oír que me aguardabas
y que aun siendo Dios tú te me dabas;
no debo nunca más sentirme triste.

¿He de desperdiciar mi opción al cielo?
Mi esperanza se nutre del desvelo
de ver si cuando llegue tú me esperas.

Yo, desde aquí, me afano en alabarte,
en pedir me perdones y en rogarte
que pese a mi pecado tú me quieras.