jueves, 21 de enero de 2016

Agobio

Ay, Señor, cómo pienso ensimismado,
dentro de la prisión del pensamiento,
si habrá un día en que llore de contento
porque me das al fin lo codiciado.

Mírame aquí, perdido en lo ignorado,
en espera impaciente del momento
en que decidas darme el aposento
por el que tantas veces he rezado.

Cómo añora la luz mi oscura noche;
qué esperanza tan ciega en el derroche
de una lluvia de estrellas que me guíe...

Sé que cuando se acabe ese camino,
sabré la solución de mi destino
si contemplo al llegar que un ángel ríe.