Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de agosto de 2014

Aquél beso que espero


No me besaste anoche que, dormido,
ansiaba que tu luz apareciera;
ni tu silueta, ni tu voz siquiera,
regalaste a mi cuerpo dolorido.

Soñar; sólo es así como he podido
revivir ese amor que yo tuviera;
no has venido las veces que quisiera
y buscarte en el cielo no he sabido.

El sueño es un enigma que me inquieta;
es el hogar del alma y la secreta
morada del que sufre y se disloca.

Y siempre al despertar he deseado
comprobar si esa noche me has dejado
el sabor de tus labios en mi boca.

martes, 3 de junio de 2014

A lo lejos

Nuestros largos paseos,
en los atardeceres,
por las playas doradas
de los julios calientes.

¿Te acuerdas, vida mía?

Cuando tenues penumbras
lentamente avanzaban,
eran nuestros deseos
que ocurriera el ocaso.

¿Recuerdas el momento?

El instante sagrado
de la noche que llega,
nuestras manos unidas,
una pausa, un suspiro,
una sonrisa,
un beso.

¿Es posible más dicha?

Un rayo de la luna
que encadena tu pelo,
los surcos de la arena
que nuestros cuerpos hallan,
un infinito cielo en estrellas fecundo.

¿Podríamos olvidarlo?

Arriba los luceros,
abajo el ancho mundo.

sábado, 3 de mayo de 2014

Y la naturaleza como fondo


Nace la luz doncella en la mañana;
el sol se despereza en la colina;
por entre la hojarasca se trasmina
un penetrante olor a mejorana.

El rojo de las rosas se desgrana;
el trigo en lo dorado se ilumina;
vuela una mariposa peregrina;
abre el campo a los aires su ventana.

Vuelvo a mis veinte años y al paraje
en que el entorno obliga a que recuerde
cómo dejé en el tiempo mi equipaje.

Entretanto un suspiro se me pierde,
y mientras se diluye en el celaje,
sigue su curso el río, brilla el verde.

lunes, 4 de febrero de 2013

Por entre las ramas


El sol,

buscando su camino

por entre las hojas verdes,

a veces

parece una estrella.


Conservo el recuerdo

de uno de sus

rayos

que alumbraba

la fronda,

con un redondel de luz

clavado en la

hierba,

como un lunar

vivo

en el alma del

bosque.

lunes, 29 de octubre de 2012

Reposo


El beso del enamorado
descansa en su frente,
como una corona de laurel
teñida de verde mar;
como el leve roce
del multicolor abanico de plumas
de un faisán,
que camina airoso en la primavera;
como la suave caricia de la seda
en su hombro de blanca porcelana.

sábado, 18 de agosto de 2012

Constante



Los distantes momentos bajo lunas tan bellas,
que perduran, que alientan, que se sienten cercanos;
las miradas azules, los destellos lejanos,
los mensajes silentes que dicen las estrellas.

Esos recuerdos vivos de las noches aquellas;
su piel sedosa y tibia que tiembla entre mis manos,
las delicias, las risas de los gratos veranos,
de los que solo queda el eco de sus huellas.

Los jazmines que aún huelen en mi noche sombría,
los besos que se hospedan en mi melancolía,
tantas lágrimas tristes, tanto mudo lamento.

Ya no sé cuantos años el dolor me persigue,
me domina y me hiere, pero nunca consigue
que olvide ni un instante ese amor que consiento.

----------------------------------------------------------
Dedicado expresamente a mi nieta Estrella;
es tan exquisita y le gustan tanto los poemas
de amor, que acabo de escribir este soneto
alejandrino elegíaco en su honor.
El amor es el motor del mundo y lo debemos
a Dios.
Algunas veces, como en este caso, de pronto cesa,
pero hace inolvidables los momentos que con
anterioridad  te ha regalado.

viernes, 10 de febrero de 2012

Mis bienes

Soy un hombre rico;
como potentado debo ser prudente,
por ese motivo mis grandes riquezas
tengo repartidas por el ancho mundo
entre mucha gente.

En África negra,
en una región que estaba desierta,
disfruto de un trozo del brocal de un pozo
que con su caudal,
apaga la sed de bastantes hombres
y riega sus huertas.

Y tengo también casi media vaca
en un orfanato de un pueblo escondido,
en donde los niños, al probar su leche,
por primera vez han sido felices
y se han sonreído.

En tierras muy frías un pupitre tengo,
dentro de una escuela cerca de un iglú.

Tengo una camilla en un dispensario
perdido en la selva de un pueblo zulú.

Y también soy dueño de un todo terreno,
para que a sus gentes visite un doctor
de un pueblo bantú.

Cuántas cosas tengo; hasta misioneros
que piden por mí, rezando en Perú.

Es mía una parte de un centro que ayuda
a las juventudes rurales de Egipto;
y en una pequeña Iglesia de adobe,
yo poseo un banco
donde los negritos le rezan a Cristo.

Cerca del lugar soy el propietario
de una enorme noria, que se está instalando,
para que los prados se pongan muy verdes
cuando los nativos los vayan regando.

Y así especulando,
invierto en negocios de Manos Unidas,
y estoy reuniendo enormes ganancias,
para la otra vida.

viernes, 7 de octubre de 2011

Carta a un suspiro

La nacencia, el orto, la luz del destino,
la señal, la huella que marca el encanto,
la espina que hiere, trino contra llanto,
el vagar mundano, el volar divino.

Las oscuras sombras, el brillo lontano,
los pasos sin rumbo sin mirar las cosas,
los tiempos tan largos, las ninfas celosas,
los atardeceres que te dan su mano.

El brillo a lo lejos, lo más esperado,
el buscar constante de los corazones,
los arrobamientos y las emociones,
las dudas sin nombre de lo incontrolado.

Por fin unos ojos de color de cielo,
labios entreabiertos y manos unidas,
bálsamo de dicha para tus heridas,
descanso y sosiego, solaz de tu anhelo.

Las manos de seda, los besos furtivos,
las suaves caricias, los lechos de flores,
los mirlos que cantan y los ruiseñores,
las gratas sonrisas, los ojos cautivos.

Las luces del alba por entre las hojas,
los hondos suspiros, los dulces gemidos,
halagos, arrullos, miradas, latidos,
y el olor profundo de las rosas rojas.




Nacen los susurros, brotan los sonrojos,
hay cantos sonoros de la primavera,
que ríen y dicen que acabó la espera,
mientras los amantes se sienten dichosos.

Dos que se hacen uno, ecos de pasiones,
abrazos constantes, caricias y besos,
felices amantes que se sienten presos,
mientras que Cupido dibuja canciones.

Felices, contentos, henchidos de vida
ya no existe nada que no sea la dicha,
es Naturaleza la que se encapricha
sin saber que pronto se sentirá herida.

Acosan los tiempos a los dos amantes,
sin tregua, sin pausa, pasan los momentos,
auguran los ecos tristes pensamientos,
amenazan sordos los miedos constantes.

Los hados, celosos, contratan azares
que tejen la malla de la desventura,
la luz de la luna que se torna oscura,
el silencio nace, cesan los cantares.

Una sombra nace y extiende su manto,
la luz irisada ya desaparece,
aquél aleluya que se desvanece,
ahora es un gemido, antes era un canto.

¿Por qué los amantes se ven perseguidos?,
¿y por qué huracanes marchitan las flores?;
¿es que está vetado que existan amores?;
¿es inoportuno saberse querido?




Ella fue diana del acabamiento;
no pudo el empeño, ni el rezo, ni el llanto,
herir es la meta; los que quieren tanto,
pagarán la pena por su atrevimiento.

Solo por la vida, triste, desvaído,
lloroso, distante, cansado del mundo;
un desdibujarse, un amor profundo
que vive y añora a la que se ha ido.

Un no querer nada; un nada me importa;
muecas por sonrisas, lágrimas calladas;
los ojos que velan en las madrugadas;
mi vida tan larga, la suya tan corta.

Crueles los hados que anudan cadenas
y quiebran los pulsos de los corazones,
se desembarazan de las ilusiones
y cambian la dicha por una condena.

¿Dónde están las manos que me acariciaban?;
¿dónde tus sonrisas?; ¿que fue de los besos?;
¿podría olvidarme de los embelesos?;
¿quién rompió la historia de dos que se amaban?

Todo ha terminado; todo se ha cumplido;
pudieron los sinos a los corazones.
¿Qué hacer en un mundo sin luces, sin sones,
y sin ver ya nunca a quien se ha perdido?

El tiempo que pasa; el mundo impasible;
nadie que te ofrezca siquiera un consejo;
si paso delante de cualquier espejo,
me miro y me encuentro irreconocible.

_______________________________________

Queridos lectores:

Me han pedido poesía profana de amores
y me complace acceder a esos deseos, con
un poema de amor, de añoranza, de risas
y lágrimas; algunos quizá se sientan
protagonistas de esta historia...

Los hombres aman, sean o no poetas y las
mujeres que se sientan aludidas en estos
poemas, serán felices comprobando las
bellezas que intenta transmitir este
trovar que mediatiza, que traspasa el
alma y el tiempo y que nunca cesará
mientras haya hálito en este mundo.

Son historias que cada uno debe aplicarse,
si se identifica con el poema.


Gracias por leerme.

martes, 18 de enero de 2011

Ancianos

Soy ya viejo, Señor, y así lo asumo,
por tanto en los lugares donde estoy,
bien patente demuestro lo que soy:
hablo de un tema y otro y los consumo.

Enderezar entuertos es mi meta;
siempre de los demás, nunca los míos.
Soy un mandón en muchos desvaríos y
debo dar a todos mi receta.

¿Para qué reflexivo o taciturno?
Por eso tanto afán de perorata.
Mil detalles que forman cabalgata
y ni pensar a nadie dar su turno.

Qué difícil si hablo es ir al grano;
¿cómo omitir, Señor, tanto detalle?
Aunque el otro esté al cabo de la calle,
valorará lo sabio de un anciano.

De los demás, ni oír quiero sus penas;
si acaso, yo les cuento algún achaque;
para que en algo mi dolor se aplaque,
que me digan de mí mis cosas buenas.

Claro en mi mente está lo recordado;
ellos cuentan sus cosas, que se dudan;
con oírme, seguro que se ayudan;
yo cómo voy a estar equivocado.

Todos los de mi edad, viejos gruñones;
yo gozando de mucha simpatía
y ganando elegancia cada día;
los demás, adiposos, barrigones.

Todo lo veo mal; no me preguntan
cómo tienen que hacerse las gestiones;
sin mis consejos, sin mis opiniones,
no saben lo que hacer, ni lo barruntan.

Si grabo lo narrado en mi conciencia
y pienso que es verdad lo relatado,
si he sido consecuente en lo contado,
que me sirva lo escrito de advertencia.

Tú que tanto sufriste y tanto amaste,
que tanta salvación me has regalado,
¿cómo no aprovechar lo que me has dado?
¿Por qué olvido, Señor, lo que enseñaste?

Qué retrato más fiel, qué pesadilla
y qué oportunidad desperdiciada;
qué vergüenza, Señor, qué campanada,
una vitalidad de pacotilla.

Es tanta vanidad lo que me inculpa;
quiero ser al revés de lo contado;
pido perdón al ver dónde he llegado;
de todo lo pasado “mea culpa”.




Inspirado en la “Oración de un monje irlandés del siglo XVII”

domingo, 5 de diciembre de 2010

La armonía de Félix Revello, por fin en casa.

Sinfonía teñida de colores
que acarician con mimo tus pinceles.
Recreación sin par de la belleza.
Cómo iluminas blancos,
das frescor a los verdes,
y estremeces los rojos que se muestran
como labios sedientos de caricias.
Sombras que nos ocultan los arcanos.
Matices que serenan a los grises,
que parecen teñidos de sosiego.
Retratos que te hablan,
vestidos que insinúan,
rostros que nos convierten en amantes.
Balcones indiscretos,
miradas que se pierden
en el dulce y lejano pensamiento,
y cuerpos de mujer inasequibles.
Luminosas sonrisas confidentes
que te alegran la vida.
Flores, frutas, cristales.
Eres el manantial de los reflejos
de un hermoso arco iris,
que nos vas regalando a los demás.
Y al final mi recuerdo;
la imagen de aquél Cristo que pintaste
cuando aún éramos niños
y corrían los años treinta y tantos,
que aún perdura en mi mente,
y que nos prometía en el futuro
un creador de sueños.


A mi amigo de toda la vida, Félix Revello, en el día de la inauguración de su museo en Málaga.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Otoño

Se tuvo que marchar aquel verano;
se terminó el amor sobre la arena
y el sonreír con aires de verbena;
nunca más fuimos juntos de la mano.

Lloroso añoraré mi amor lejano
que al dolor para siempre me encadena;
aquella fue mi cruz y mi condena.
Le supliqué al destino; todo en vano.

Los hados, los azares, ¿qué me dieron?
Tus labios que besaban, ¿qué supieron
de que me haría sufrir tanta dulzura?

¿Y qué hace aquí, rondando por la vida,
un corazón que sangra por su herida?
¿Convertir cielo azul en noche oscura?




Va dedicado a aquellos que alguna vez hayan pasado un triste otoño...

sábado, 21 de agosto de 2010

Teoría

Que flexible tu cuerpo
se acomode en mi pecho,
que tu frágil cintura
se ciña con mis brazos,
que tus caricias tibias
entrelacen mis sueños,
que tus besos ardientes
se enreden en mi alma,
que tus rubios cabellos
descansen en mis ojos,
que tus lágrimas frescas
enfríen mis rubores,
que tu voz armoniosa
consuele mis pesares,
que tu dulce mirada
cale en mis sentimientos,

si consigo encontrarte.

Que sea un campo verde,
que tenga una ladera
a la luz que amanece,
que los pájaros jueguen
sobre la hierba fresca
en las blancas mañanas,
que me dejen allí
reposar para siempre,
pues prefiero la muerte,

si no he logrado hallarla.


De "Diez Poemas de Amor"

Amores en la fronda

Momentos que se enredan en el tiempo
como ideas trenzadas
descansando en las brisas.

Silenciosas las horas
se rompen con suspiros que perfuman
un bello anochecer
que se sume despacio en la penumbra.

La noche que se enciende. Sus destellos
van buscando camino entre las hojas.

Eran como lunares en tu carne
los rayos de la luna.


De "Naturaleza"

Entre dos

Se derrocha lo verde en la ladera;
una rama espinosa del acanto,
a la vez que la alondra da su canto,
se entrelaza a la viva enredadera.

Lucen lirios y rosas por doquiera
adornando la tarde con su encanto;
resuena a cascabeles, mientras tanto,
el río que en cascadas se acelera.

Un rincón decorado con laureles
invita a conjugar en los vergeles
el verbo del amor y sus delicias.

En la hierba da el sol en redondeles
y entre besos y aromas de claveles
compartimos rubores y caricias.


De "Mensajes en la noche"

martes, 2 de febrero de 2010

Dulces recuerdos

Un dedo que recorre
rozando levemente,
tu rostro, tus cabellos,
la curva de tu hombro.

Una caricia leve que conmueve,
que turba y enardece y enamora.

Un beso que se cierne,
que vuela y que se posa
en tus labios desnudos.

Estelares momentos.

Luego el tiempo.

domingo, 24 de enero de 2010

Olimpos

Mientras Cibeles late,
Artemisa pasea
por las frondas con Flora.

Apolo se extasía
ante tanta belleza.

Febo calienta el día
y hace fértil a Ceres.

Pomona da sus frutos.

Eolo, con sus brisas,
acaricia a Neptuno
en su dorso de olas.

Dionisos un racimo
estruja y paladea.

Urano, desde el cielo,
azulea el entorno.

A la vez se recrea
en sol y luna Jano.



Al calor de Vulcano,
que se mueve entre brasas,
Vesta en su hogar descansa
en brazos de Morfeo.

Pan recorre los campos
siguiendo sus rebaños.

Minerva sabe cómo
se desarrolla el Todo.

Eros con Afrodita
y Venus con Cupido
van enseñando amor.

Júpiter besa a Juno.

En los abismos Hades
al acecho vigila.

Y Cronos, mientras tanto,
va devorando horas.

martes, 5 de enero de 2010

Ese sagrado son de la armonía

Jugar con el color.

Aprisionar reflejos de arco iris,
y aventurar la sombra,
y acomodar el brillo,
y teñir el momento.

Poder parir paisajes y jardines
rodeados de verdes y de oscuros.

Dominar los matices de la flor,
el blanco del jazmín,
los grises de la tórtola y la nube,
y el hondo azul del mar.

Deslindar los plomizos horizontes
y platear, en medio de la noche,
los rayos de una luna enamorada
que juega con la cresta de una ola
que acaricia la arena.


De “Convergencias”
Academia Iberoamericana de Poesía

sábado, 26 de diciembre de 2009

Quiero que no me miren

En el distante rayo de la luna al brillar,
en la callada brisa que camina danzando,
en el cándido amante que solloza esperando,
en el sordo murmullo de las olas del mar.

En la voz suplicante de un sutil evocar,
en petición ansiosa que sumiso demando,
en caminos que piso y que luego desando,
en los tiempos que siempre negarán regresar.

En el dulce secreto que conservo escondido,
en el latir doliente de un corazón herido
y en la triste morada que se pierde en los cielos,

aún sabiendo que vives en los atrios lejanos,
pongo sobre mis ojos las palmas de mis manos
para que nadie sepa que en todo tengo celos.

De “Convergencias”
Academia Iberoamericana de Poesía

Primicia

Como suave caricia,
como si se tratara
de que no despertase,
la sutil mariposa
dejó su leve huella en la amapola.

Así fue el primer beso que te di;
como si no quisiera
que mis labios supiesen que te amaba.

De “Besos”

El silencio que gime entre sonrisas

A los que se besaban junto al río,
la luna ya no ve cuando anochece;
su luz da igual si nace o si fenece,
si irisa o no las gotas de rocío.

El tiempo se llevó lo que era mío
y la ilusión se agosta y no florece;
disfrutar de su amor desaparece
y vivir es patético y sombrío.

Mis torres se han caído y la ventana,
por donde entraba el sol cada mañana,
deja ver un erial seco y desierto.

Y la dulce campana que cantaba,
en los días felices que me amaba,
suena en mi corazón doblando a muerto.

De “Besos”