María sin Jesús, qué
desconsuelo
va minando su triste
corazón;
es la hora, le dice
la razón,
para dejar la tierra
e ir al Cielo.
No cesa de llorar en
su desvelo
presa de sentimiento
y desazón;
no puede soportar la
sinrazón
de tanta espera para
alzar su vuelo.
Al contemplar lo azul
del firmamento
desea que por fin
llegue el momento
de volver a anudar el
fuerte lazo.
Y nos dejó tan sólo
su memoria
para, al llegar al
centro de la Gloria ,
poder dar a su Hijo
un fuerte abrazo.