Qué alegría cantar tanta aleluya
al contemplar que el cielo se ilumina,
al ver que ya la muerte se termina
y se anula el que todo se concluya.
Qué gozo que a Jesús se le atribuya,
al comprobar que al cielo se encamina,
el descorrer del todo la cortina
de una gloria feliz como la suya.
Qué recompensa ver resucitado
a aquél que por nosotros todo ha dado:
Torturas, penas, llantos, vida y muerte.
Qué sensación del alma, qué consuelo,
que un alma, que vagaba en este suelo,
pueda alzarse hacia ti y enaltecerte.
sábado, 7 de abril de 2012
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