Señor, cómo te amo; si pudiera
tener dos almas mías y el sentido
de dos veces quererte y decidido
darte el doble de mí. Si yo supiera
ligarme a ti como una enredadera,
por mis dos almas siempre muy ceñido,
y conseguir que nunca fueses ido,
y saber que por siempre te tuviera.
¿Qué hacer con tanta dicha concentrada,
con tanta luz perdida y encontrada
vagando en los caminos de la espera?
Señor, cuánto te amo, necesito
buscarte en el azul del infinito
y que estés al final de mi carrera.