Serán Fernandos, Mónicas, Albertos,
Marías, Federicos y Clementes,
Cármenes y Felipes, muchas gentes
que merecieron cielos muy abiertos.
Son santos sin saberlo, pero ciertos.
Algunos infelices indigentes
darán sus manos a otros más pudientes
y escucharán angélicos conciertos.
Han cesado por fin sus sufrimientos,
ya no se oyen sus llantos, sus lamentos;
por siempre con fervor a Dios aclaman.
En los atrios del cielo habían leído
ese letrero breve y conocido:
“Acceso para todos los que aman”.
domingo, 30 de octubre de 2011
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