Me analizo, Señor, y tengo suerte
de haber sido de niño bautizado;
con ese gran regalo que me has dado,
puedo con toda el alma conocerte.
Desde entonces, Jesús, puedo tenerte
muy dentro de este cuerpo a mi cuidado;
no quiero que te sientas defraudado
y en ello he de luchar hasta mi muerte.
El que estés junto a mí, no lo merezco;
es tan poco, mi Dios, lo que te ofrezco,
aparte de soñar en ser tu amigo.
Pienso tanto en que un día tú me abrieras
esa puerta del Cielo y que quisieras
permitirme, Señor, estar contigo.
viernes, 6 de enero de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario