sábado, 26 de mayo de 2012

Pentecostés


En la tarde Jesús se aparecía
donde ellos se habían encerrado;
él les mostró sus manos y el costado
mientras: “Paz a vosotros”, repetía.

Luego amorosamente les decía:
“Predicad que venís del Enviado;
que con mi aliento Espíritu os he dado”;
y se llenaron todos de alegría.

“A quienes perdonéis los pecados,
para siempre los tienen perdonados
por la gracia que habéis recibido;

pero si alguna culpa retenéis,
por esa misma gracia que tenéis,
quedará ese pecado retenido”.

               ESPERANZA

¿Qué hacer si mi pecado no se muere?
Desde mi corazón, que se arrepiente,
por llorar tanto al Cielo, penitente,
Dios me perdonará porque me quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario