Mi querido Señor, sombras y luces
en estos largos días cuando
pienso,
muy afligido, en tu sufrir
intenso,
sólo por mí, cargando con tus
cruces.
Con tu pesar, Señor, tú me
conduces
a descubrir aquí tu amor inmenso
cuando te muestras triste e
indefenso,
y con ello por siempre me seduces.
Y es que un Dios que consiente su
pasión
para darnos así la salvación
es, para cualquier hombre,
inconcebible.
Por eso en estas horas te
acompaño,
con este recordar de cada año,
para lograr contigo lo imposible.
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