Cada día más cerca del Calvario,
más cansado de andar, más dolorido;
más sufrir las torturas, más herido;
más duro el recorrer tu itinerario.
El vulgo que te acusa, más falsario;
entre tus seguidores, más olvido;
el eco del profeta, más cumplido;
más sombrío y cruel el escenario.
Al pensar en tus penas veo ahora
el árbol de la cruz, como una aurora
que ha de borrar del mundo la amargura.
Y lloro porque estás abandonado
y al ver que al que te daña has perdonado,
llenas de luz, Señor, mi noche oscura.
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