sábado, 28 de marzo de 2015

El Mesías


Todo el pueblo le da la bienvenida;
palmas, flores, sonrisas, ilusiones;
palabras de cariño en las canciones;
la promesa de Dios reconocida.

No se puede narrar tal acogida;
Jesús, entre un fragor de aclamaciones,
imparte con amor sus bendiciones;
la gente le agradece su venida.

En la tarde la luz, que palidece,
anuncia la tiniebla que aparece
para extender su faz, triste y oscura.

No se arredra Jesús; sigue adelante,
su misión ha de ser determinante:
ha comenzado Cristo su andadura.



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