domingo, 9 de agosto de 2015

Amaneceres


Por donde sale el sol, por el oriente,
como si cabalgara en una nube,
para alumbrar mis soledades sube
un algo celestial que mi alma siente.

Es una realidad clara y patente,
tras la que siempre con pasión anduve;
la ilusión de una fe que en ello tuve,
y el colofón, al fin, con lo evidente.

Un luminoso rayo que me alumbra,
que borra de mi alma la penumbra
y que hace vibrar la vida mía.

Un regalo sagrado que me inflama
y un corazón que emocionado clama:
Gracias, Señor, por ser Eucaristía.


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