domingo, 24 de abril de 2016


Un Señor que me da sin que yo pida,
que me entrega de hogar el mundo entero,
hace que yo me sienta prisionero
entre las dulces rejas de la vida.

Un Dios que quiere darse sin medida
y allana cada día mi sendero,
me quiere convertir en pregonero
al hacer revivir mi fe dormida.

¡Cómo hablar yo de ti, Señor del Cielo!
Nadie puede tomarme por modelo
ni debo pronunciar tu nombre santo.

Déjame andar discreto y descuidado,
que yo sabré estimar lo que me has dado
si cada vez que caigo me levanto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario