Queriendo y sin querer miro la luna
desde donde navega mi suspiro
alrededor de oscuros, cual mendigo
de luces de sosiego y de fortuna.
El olor a infinito trae alguna
contestación callada; yo le digo:
no sé si eres perdón o eres castigo,
si serás ataud o quizá cuna.
Entonces mi volar se desespera
y se rompe mi aliento ante cualquiera
de los ecos incógnitos y extraños
y busco lo que mi alma necesita
en esa fiel y anciana margarita
cuyos pétalos duran tantos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario