Primero tú, mi Dios, antes que el día,
que la tierra, que el mar, que los colores;
antes que la belleza de las flores;
antes que el cielo azul en lejanía.
Primeramente tú que la armonía
de la brisa que vuela entre rumores;
que el sol que nace en leves resplandores;
que el pájaro que canta su alegría.
Antes que todo, tú, después la luna,
los ángeles, las cumbres, el rocío,
la estrella que se mira en la laguna,
el frío y el calor, la nube, el río,
y el más humilde, yo, con la fortuna
de poder entregarte el amor mío.
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