El cielo se adivina engalanado;
pasaron el dolor y el sufrimiento;
discípulos demuestran su contento;
sube por fin Jesús resucitado.
Perdonó sin medida mi pecado;
serenó los vaivenes de mi aliento;
fue fontana del hombre que, sediento,
se sintió para siempre liberado.
Cómo sube triunfante hacia la gloria;
al vencer a la muerte, su victoria
nos llena de sosiego y de bondad.
Ha renovado el mundo con amores,
era un erial que ha convertido en flores,
y todo por salvar la humanidad.
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