Dedícame, Señor, una sonrisa;
sé que puedes reír, porque has llorado;
no te quiero ver más crucificado;
bajarte de esa cruz mi amor precisa.
Mereces esa gloria que se irisa
en un trono de luz artesonado,
a la derecha de Yahveh, sentado,
en ese cielo azul que se divisa.
Junto a los dos, el hálito que alienta
y que aunque hace a tres subir la cuenta,
en Trinidad de uno la resumo.
Tres personas de un Dios en el arcano
que sé que alguna vez tendré cercano;
en esa dulce espera me consumo.
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