domingo, 17 de abril de 2011

El recibimiento

Un domingo de luz y de alegría;
palmas, ramas de olivo, aclamaciones,
bullicio, bienvenidas, emociones;
te bendicen, Señor, qué algarabía.

Por fin Jerusalén tiene su día
y se han colmado así sus pretensiones;
el Mesías llegó, los corazones
sienten ya de Jesús su cercanía.

Lástima que te ciñan los momentos
en que comenzarán los sufrimientos,
después de que se olviden las sonrisas.

Verás cómo las turbas te encadenan
y envidias y temores te condenan,
por esa luz del cielo que tú irisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario