viernes, 2 de agosto de 2013

Ad augusta per angusta



Señor, no me merezco los laureles,
ni campanas con son de jubileo;
no quiero que se adorne mi recreo
con rosas que se arranquen de vergeles.

Señor, que no me cubran de doseles;
quiero andar hacia ti dando un rodeo
-aunque se dificulte mi paseo-
y sin rumor de alegres cascabeles.

Mi deseo es pasar inadvertido;
si acaso, que recuerden lo que he sido:
un pobre enamorado que escribía

muchas cartas de amor al infinito,
en donde siempre Tú serás bendito
y hacia donde camina el alma mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario