Cuanto más atardece más te espero
y cuanto más me apago más reluces;
con tus tiernos silencios me seduces
y cuanto más te escondes más te quiero.
Eres para mis ansias lo primero;
por extraños caminos me conduces
y a decirte extasiado tú me induces
que más que a cualquier cosa te prefiero.
Alma: comprendo, al fin, que te impacientes;
carne: ¿qué importa ahora lo que sientes?;
¿se acabará, por fin, vida, el tormento?
Que cabalgue mi amor en un suspiro
y que se lleve el aire que respiro;
habrá llegado, entonces, el momento.
De “Imo pectore”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario