La tarde se escabulle acariciando
el leve contraluz de las colinas
y se va sonriendo,
como un niño que juega y corretea
sobre un ubérrimo y brillante prado,
en donde, acalorado,
se somete por fin
y descansa feliz y extenuado
sobre la verde hierba
hasta el amanecer.
De “Naturaleza”
sábado, 26 de diciembre de 2009
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